“Primera alerta de mi vida”

by Adriana Seminario

Estas son semanas llenas de sucesos, novedades y cambios en Tinkuy Marka. Los Pumas Discovery están experimentando subir los estándares y esto trae consigo diferentes reacciones y sensaciones. Algunos de ellos se emocionan al ver cómo las cosas cambian; conductas que antes estaban normalizadas, hoy se cuestionan, y situaciones que se percibían como injustas, son penalizadas por la cultura de la tribu, que siempre va cambiando. Otros se resisten al cambio; se preguntan por qué las cosas tendrían que ser diferentes; dicen que no es justo que se activen alertas por cosas que siempre han sido así. Y hay un tercer grupo que, al parecer, no se da por enterado y sigue actuando como si esto no estuviera pasando.

El primer grupo está constituido por Pumas que tienen mucho tiempo en Tinkuy: los sheepdogs del Studio. Acton define a los sheepdogs como “learners who are willing to spend social capital and effort to build a stronger tribe” (Pumas que están dispuestos a gastar capital social y esfuerzo en construir una tribu más sólida). Esta semana ha evidenciado cómo esta definición se vuelve más precisa en la medida en la que se levantan los estándares. Los sheepdogs de nuestro Studio están dispuestos a “caer mal”, a pasar largos periodos de tiempo debatiendo los estándares y, por supuesto, a defenderlos para que no bajen.

Me es imposible no pensar en mi época escolar; en cómo se perdía y se ganaba capital social antes y cómo se logra eso aquí, en Tinkuy. Este sistema recompensa con poder real y simbólico el sostener los estándares y alinearse a los valores y promesas que erigen la institución. Los Pumas que dirigen el Studio, una o dos semanas atrás, decían: “me da miedo que mi amiga ya no quiera jugar conmigo si le pido un Hero Coin… caerle mal porque siempre estoy recordando las reglas”. Hoy, están emitiendo alertas a otres y defendiéndolas porque “esto ya no se puede seguir permitiendo en el Studio hoy”. Me quedo con algunas preguntas para observar y escuchar con atención: ¿cómo se logra estar segure de que otres te respaldarán?, ¿cómo se arriesga une niñe de 9 o 10 años a ser “pesade”, cuando sabe que lo que defiende es lo correcto?

El segundo grupo lo componen, como mencioné, los Pumas que se resisten al cambio. Son Pumas enérgicos e involucrados en las discusiones. No han dado nada por perdido, no van a soltar y dejar que otres se encarguen de todas las decisiones, porque no quieren que lo que les otres ven como “injusto” prevalezca. Estos Pumas levantan la mano, dan la batalla, ganan a veces en las votaciones y otra veces pierden, pero siempre están ahí. Tienen razones poderosas: no quieren que las cosas sucedan “de golpe”; no quieren dejar a nadie fuera, quieren un cambio más lento, para que todes se vayan adaptando. ¿Cómo podemos ayudarlos a identificar si esto es una preocupación real por el resto o si se trata del monstruo Resistance haciendo de las suyas?, ¿cómo ayudarles a identificar dónde está el límite entre el deseo de justicia y equidad, y la victimización de querer que esto se acabe lo más rápido posible? ¿cuál es la diferencia entre ser amable y complaciente?

El tercer grupo no se ha dado por enterado, pero cuando los cambios les afectan, preguntan, indagan, piden explicaciones y se aseguran de entender. Cuando los sheepdogs les explican, con paciencia, algunos muestran resistencia; otros, asombro y emoción. Aún están definiendo una postura más permanente.

Hay muchísimos cambios y mi mente se debate entre la fascinación por todo lo que observo en la tribu y la preocupación por sus emociones, por sus deseos y por sus procesos. De pronto, hay una situación de Alerta. un Puma de 7 años apela una alerta que le parece injusta. El Council lo escucha. Él dice que le parece injusto; el Council explica sus razones. El Puma se da cuenta de que estaba confundido, que pensó que la alerta era por otro juego. El Council se pregunta si hay otros Pumas que puedan estar sintiendo lo mismo. Llaman a otros dos involucrados. Uno de ellos nos sorprende con su alegría y entusiasmo: “¡Estoy emocionado! Es la primera alerta de mi vida y, segundo, está bien, así sabemos que no podemos jugar a golpearnos”. Este niño de 8 años recién cumplidos me recuerda el significado de fallar barato: una alerta no es mucho; es casi nada si es la primera en tu vida. Te llega a emocionar porque puedes vivir lo que has visto en otros. Él nos recuerda que los cambios y las cosas inesperadas se pueden tomar como una oportunidad para ver un límite que antes no veías, tenerlo en cuenta y seguir con alegría tu camino.

Mientras escribo esto, me entero de que hay un cuarto grupo: les que parecen tranquiles en Tinkuy, pero dicen en casa (o en secreto a otros Pumas) que quieren que esto acabe de una vez. No sé quienes son exactamente o qué tan grande es este grupo, porque no les escuchamos en la reuniones; no han alzado su voz aún y no hemos podido escuchar sus razones, hacerles preguntas para entender mejor y saber cómo empoderarles en el camino para que elijan con heroísmo alguna de las opciones a la mano. Esperamos que en las discusiones que vienen para evaluar lo que han sido estas dos semanas, podamos escucharles, nos cuenten sus puntos de vista y que esta tribu, llena de energía y valentía, construya su mejor versión posible con el aporte de todos sus Pumas.