Sofía, Bernardo y la Bernatón: del miedo al amor

Por Mónica Salazar

Ayer tuvimos la Bernatón, una actividad organizada por los Pumas y sus familias por segundo año consecutivo y que nos sirve, como comunidad, para apoyar los gastos del cuidado de Bernardo, la querida mascota de Tinkuy. 

Todos los Pumas se involucran en este proyecto y las familias también. Nos hacemos cargo de los stands, los premios y la logística requerida. Algunos Pumas forman parte del comité organizador, que este año ha estado formado por niñes de edades entre los tres y los diez años, reuniéndose con su Guía para llegar a acuerdos y tomar decisiones. 

Mi hija ha sido un miembro muy activo y entusiasta del comité organizador, ha enviado correos, ha hecho seguimiento, ha armado una playlist para amenizar el día, además de trabajar en lo que le tocaba para el stand de su responsabilidad. Incluso, ofreció que yo podía coordinar con las otras familias cómo organizarnos les adultes para apoyar este evento.

Los Pumas son muy felices con Bernardo, juegan con él, lo sacan a pasear y le dan y reciben mucho amor. En el caso de Sofía, si la ves ahora interactuando con Bernardo, no te imaginarías cómo empezó todo hace casi 3 años. Era el último trimestre del 2021, los Pumas estaban en semipresencialidad y eso la tenía muy feliz a Sofi, ya que finalmente podía ir al lugar que tanto amaba y compartir con sus compañeres a quienes tanto extrañaba. Todo era felicidad hasta que una tarde, en su cierre del día por Zoom, su Guía cuenta que al día siguiente iban a conocer a Bernardo, el perro, la mascota que había ganado el “Pitch a Pet”. Este es un ejercicio maravilloso en el que los Pumas investigan, sustentan la conveniencia de una mascota y llegan a un acuerdo al respecto, que había ocurrido unos meses atrás como parte del Quest.

Meses después, llegó el día en que finalmente Bernardo vino a Tinkuy y los Pumas lo iban a conocer. Con esto, nuestra familia empezó una nueva aventura, ya que nuestra hija tenía un gran miedo a los perros y no podía creer que lo que más temía iba a estar en el lugar que tanto amaba. Lloró mucho al recibir la noticia y era duro verla así; llegué a pensar inclusive que, tal vez, nuestra ruta en Tinkuy había terminado. 

Yo realmente no sabía qué hacer, pero ella, determinada como suele ser, dijo que de todas maneras iba a ir ese día. Conversó con su Guía y planteó un plan en el que prácticamente se encerraba en el segundo piso para ni siquiera ver al perro. Yo estaba estresada, triste y enojada, y una noche, conversando con mi esposo, llegamos a la conclusión de que lo que queríamos era equipar a nuestra hija con recursos para transitar diferentes situaciones, y que estaba en el lugar perfecto para esto: su Tribu.

Y no estábamos equivocados. En estos casi tres años ha habido de todo; momentos en que por el miedo no bajaba a los talleres ni a jugar, y momentos en que se las ingeniaba con su Tribu para que alguien le avisara dónde estaba el perro. Esto posibilitó también abrir espacios de conversación en su Studio acerca de los diferentes miedos que cada Puma podía experimentar y ser empáticos entre ellos. Por nuestro lado, tuvimos también acompañamiento terapéutico para contribuir de la mejor forma posible a este proceso desde nuestro rol de papá y mamá.

Sin duda, puedo decir que -como familia- ha sido una gran experiencia ver a Sofía transitar esta ruta. Ver, por ejemplo, cómo con el apoyo paciente y amoroso de una de sus amigas, logró acercarse un día a Bernardo y acariciarlo por primera vez. Luego ver como aparecían los toquecitos tímidos en la cabeza o el lomo al momento de despedirse de él y más adelante, el atreverse a sacarlo a pasear al parque con nosotres.

Al escribir este post, recuerdo también un Parent´s Meeting del año pasado en el que Inés preguntó qué era eso que queríamos celebrar a fin de año con nuestros Pumas, como familia. Yo respondí: el camino de Sofía con Bernardo, lo avanzado y lo que queda por avanzar. ¡Y créanme que lo celebramos! Yo estoy muy orgullosa de ella, y es una honesta inspiración para mí. Por eso, cuando hace unas semanas, fui a recogerla y me dijo: “Mamá, por si acaso estás a cargo de la tómbola en la Bernatón”, y cuando Yassira en otro momento me dijo “Mónica, dice Sofía que tú puedes coordinar la Bernatón con las familias”, no tuve ni una pequeña duda en decir “¡por supuesto!”. Y es que ya no importa si no votamos por el perro, o si me gusta o no, o si mi niña le tenía miedo en su momento; participar de la Bernatón con el mismo entusiasmo que mi hija, es mi forma de honrar su camino, de agradecer a Tinkuy por sostener el espacio para que este camino ocurriera, de agradecer a Inés y las Guías por su claridad en nuestras conversaciones y a Bernardo por ser el mejor perro que le pudo tocar para esta aventura de aprendizajes.

Y finalizo este post con gratitud a todos los que colaboraron (familias e invitades) para que esta Bernatón haya sido un éxito. Ser testigos del entusiasmo y enfoque de los Pumas, que trabajaron juntos para lograr este objetivo, sin duda alguna es una experiencia que nos une e inspira como comunidad.